1/8/17

Reseña “Arrugas de silencio” por Tatiana Aguilera Muñoz






"Semanas atrás tuve la alegría de recibir en mi amado y lejano país un libro; pero no cualquier libro comprado en tienda, éste era un poemario que venía dedicado por mi siempre admirada artista Mercedes Ridocci, por motivos personales no pude en ese momento dedicarle el merecido y necesario tiempo de lectura, pero superado el escollo me aboqué con intensidad a su disfrute.

Comencé su lectura por su reseña que me pareció notable, bien estructurada y que garantizaba un poemario bien escrito y eso, ya lo sabía, porque por varios años he seguido la senda poética de Mercedes a través de su Blog: “Páginas Escritas”. No olvido la portada del libro que es la presentación inicial, aquello que de alguna forma nos acerca a su estructura interna, es el elemento inicial que nos “habla” de su esencia de la obra y ésta portada lo consigue, porque se eligieron tonos grises que representan la humildad -no olvidemos a las costuras de Paris que se les denominada “grisettes”-. Sintiendo así a su autora: humilde y grandiosa en su quehacer artístico, nos dejamos invadir por esta portada con su aura de nostalgia, sabiendo que ese doblez representa una arruga en el tiempo de las cosas y de las vivencias que nos desea poetizar.

Cuando comencé a leer los poemas de Mercedes dispuestos y entregados con una discontinúa línea, que no necesita de títulos individuales porque asemejan un despojo de su alma, es como si ella fuese en cada escrito expresando un desalojo de sí misma. Sentí que estaba frente a un poemario que lo leería “de una”, es decir, no tendría pausa hasta haberlo finalizado y, así fue.

Los primeros versos que corresponden a “Estelas del deseo” están cargados de una atrevida sensualidad que no da pie a divagaciones. Imposible ausentarse del erotismo con “trepas con tu lengua la vertiente de mi pubis / sacias tu sed en la savia que mana de sus pliegues” y persiste con “embarcas en mi cuerpo líquido/Te humedeces en el vaho ardiente de mi piel. Cuestiona con “Tu lengua/(una lengua que no entiendo” y me pregunto, ¿es necesario comprender el vocablo de esa lengua que desafía y despierta la cripta del letargo?.

En la segunda parte que se presenta como “Cenizas de pasión”, Mercedes se desgarra y es capaz de entregarnos la visión de sentir que donde hubo fuego cenizas quedan. Situación que es comprensible porque en la memoria la pasión no se extingue del todo. En el verso treinta y cinco de la séptima estrofa dice:” allí donde el pensamiento se aloja a su antojo/y nada puedo hacer para acallarlo” y persiste en el verso cuarenta con “entre besos heridos y staccatos de abrazos/quedó mi sombra atrapada.

El poemario finaliza con “En el lomo de la muerte”, título que nos habla de una mujer que a modo de jinete cabalga a su antojo, sin temor ni angustia el final que a todos devendrá. Lo expresa en: “Me enamoré de la muerte/Aquí estoy/vestida de novia negra/descalza/esperando su mano” y continúa con “En mi pecho luce la punta de su flecha/ de la herida fluyen yemas de sangre/ y me detengo en este verso que en su actitud estética nos ingresa al postulado poético de Mercedes. La muerte no escinde al ser humano de su pulsión sexual o sensual, porque aun sabiendo que la flecha ha herido de muerte sus carnes, la sangre fluye roja y ardiente y, es capaz de sentir a la muerte como su amante. No lo ve como un ser que le roba su aliento y vitalidad, al contrario, se complementa y, eso lo enfatiza en los versos finales “ se extingue en su efímera existencia/expira en sus cenizas.

Solo me queda felicitar a Mercedes y bienvenidos sean sus versos siempre. Mercedes tiene la capacidad de emocionar y eso se agradece infinitamente." 

Tatiana Aguilera Muñoz. 
Poeta y artista plástica




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